28 de enero de 1519. Son las dos de la tarde. Hace un buen día, sin inclemencias meteorológicas dignas de reseñar.
El joven Carlos es recibido en la Coma Juncosa, en el camino de Alcarrás, por los cuatro Paeres de la ciudad de Lleida, una numerosa comitiva de nobles y prohombres y los veguers con sus mazas levantadas.
Lleida tenía la prerrogativa de que los reyes no podían entrar en la ciudad sin previamente haber jurado sus fueros y privilegios, y los reyes a su vez la prerrogativa de entrar por la puerta que desearan.
Y así, en un más que probable frío, aunque soleado día de invierno Carlos I, rey de España, que poco más tarde sería también Carlos V de Alemania, se subió a un pabellón o tablado mol bé e fet ab mol gentil art, puso su mano sobre los Evangelios y una cruz traídos por el canónigo sacristán de la Seo y juró ante el notario de la Paeria, Mossen Pere Munyor, el juramento escrito y previamente leído en voz alta.
Tras esta ceremonia, montó a caballo y, sostenidas las riendas por los prohombres de la ciudad y en medio de una gran muchedumbre, entró por la puerta de San Antonio y se dirigió por la calle del mismo nombre hacia el Hospital, calle Mayor y plaza San Juan. De ahí pasó por los pórticos de Mossen Carcasona y se dirigió a les graes maiors de la Seu.
Al llegar, una vez hubo desmontado, se dirigió al altar mayor para adorar a la Vera Cruz. Al terminar, volvió a montar y se dirigió por la plaza de la Cadena, el Peu del Romeu y la calle Mayor hasta llegar a la plaza San Juan, donde se alojó por tres días en casa de Mossen Perot Pon.
Cuesta muy poco imaginar cómo se desarrolló toda la ceremonia y el trayecto, pues los sitios por los que hace quinientos años Carlos paseaba siguen, algunos con mayor fortuna que otros, vivos en nuestra ciudad de Lleida. Hoy, la Seu Vella ha pasado por acontecimientos que estuvieron a punto de hacerla desaparecer… En París aún se guardan los dibujos del proyecto napoleónico de arrasarla. Por suerte, hoy es firme candidata a patrimonio de la humanidad.
El actual Ayuntamiento de Lleida es muy distinto hoy de la institución de hace medio siglo, pero los concejales que tenemos el honor de trabajar en ella nos llamamos Paeres como continuación de esa tradición tan antigua.
La puerta de San Antonio y las murallas en cuyo exterior el Rey juró los fueros, privilegios constituciones y usos del principado ya no existen. Pero seguimos teniendo la misma calle San Antonio, la misma calle Mayor, la misma plaza San Juan. Un patrimonio muy mermado a lo largo de los siglos, las guerras y los crecimientos de una ciudad que debe ser ejemplo de respeto a la cultura y a nuestra historia.
El sábado 9 de febrero la asociación de Historiadors de Catalunya organizó una serie de actos para conmemorar esta efeméride, visitando los mismos sitios que pisó Carlos. Tras el recorrido por la Seu Vella, la comitiva se dirigió a la Paeria, dónde tuvimos el privilegio de ver los documentos de la época en el Archivo Municipal.
Y como colofón, una comida renacentista donde se sirvieron algunos de los platos favoritos de Carlos I, siguiendo el recetario del Llibre del Coch del Mestre Robert, que data del primer cuarto del siglo XVI.
Una jornada estupenda donde varias personas vestidas conforme a la época recrearon un episodio histórico conjugando cultura, patrimonio y gastronomía en Lleida, en una forma distinta de enseñar tanto a los vecinos que se apuntaron, como a los visitantes foráneos, la riqueza que Lleida tiene para ofrecer.
Y en 2020, otra fecha para conmemorar: la segunda visita de Carlos I, ya Carlos V a Lleida. Y se harán más actos y más recreaciones. Y será un placer volver a participar en ellos.
Ángeles Ribes, portavoz de Cs Lleida
Artículo publicado en La Mañana (13.2.18)