Putin ha atacado e invadido un Estado nacional, soberano e independiente. Después de 12 días de guerra, ya está claro que nada se interpondrá en su camino, un camino que ya es de no retorno. No es la primera vez que lo hace: primero fue Georgia, luego Crimea y ahora Ucrania. Porque el gran agresor, el criminal de guerra, solo quiere la sumisión y el sacrificio de los valores, la pérdida de soberanía, la perdida de autonomía y de democracia de Ucrania para apaciguar su ego de gran líder ruso a modo de Pedro el Grande o Stalin. Putin quiere reestablecer la Rusia histórica, quiere hacer Rusia grande de nuevo, a modo de megalomanía nostálgica de un pueblo con un solo idioma, una sola religión y un solo líder. ¿Les suena, verdad?
Pero Europa está avanzando y en solo unos días se han dado los mayores pasos y avances en política exterior y de defensa común europea como nunca antes había ocurrido. Europa, gracias al tirano, se ha unido y estamos presenciando la europeización también de Ucrania gracias a la concesión del estatus de país candidato. Y ello a pesar de los votos contrarios de los de siempre, comunistas, nacionalistas y populistas de todo pelaje que demuestra que los socios del gobierno de nuestro país son los socios de nuestro enemigo: del enemigo de los ucranianos, del enemigo de Europa, del enemigo de la paz y del enemigo de la libertad. Y mientras unos se concentran y marchan en manifestaciones contra la guerra, aderezadas con música de Lenon y soflamas pacifistas, el pueblo ucraniano resiste la invasión con las vidas de los soldados y los civiles que se sacrifican por su libertad.
Aunque a muchos les cueste reconocerlo, los liberales, y también Ciudadanos, han liderado desde Europa y desde España la respuesta a la invasión rusa de Ucrania, y hemos presionado en pro de las sanciones a Rusia y de establecer una coordinación entre los Estados Miembros, de manera que la UE pueda dar una respuesta uniforme y contundente ante la amenaza de expansión autoritaria. La dirección que ha tomado Europa en este momento es la correcta y Rusia va a quedarse totalmente aislada porque nadie querrá comerciar o colaborar con el tirano.
Sabemos que se viene una fuerte crisis, y es algo que habrá que pasar porque el ataque de una potencia autoritaria nos ha condenado a eso. Y el precio que pagamos –y pagaremos– en Europa es el aumento del coste de la energía y la reducción de las exportaciones. Pero se trata de un pequeño precio si lo comparamos con lo que los ucranianos están haciendo por su libertad, que es pagar con sus propias vidas.
Por eso, ahora más que nunca, en España necesitamos sentido de Estado y un gobierno que no se deje llevar por las ideas comunistas de sus socios. Un gobierno que se ponga del lado de los españoles. Porque la inflación que venimos arrastrando, la subida del precio de la luz o la subida de los carburantes pueden compensarse, aunque sea un poco, con bajada del IVA, la rebaja del IRPF, o la rebaja de los impuestos relacionados con la contratación. Porque ahora toca ponerse del lado de los ciudadanos, que somos los que vamos a tener que soportar esta nueva crisis provocada por la megalomanía de un solo hombre.
En nuestro país, tenemos que aprovechar cada una de las oportunidades que se nos brinda y liderar, junto a Alemania y Francia, la necesidad de reducir nuestra dependencia del gas ruso, y sería un buen momento para llegar a un pacto de transición energética, retomando el proyecto del gaseoducto desde Argelia hasta Francia atravesando nuestro país.
Sin embargo, teniendo en cuenta que Argelia informó al gobierno de España que no quería que se vendiese a Marruecos ni una molécula de su gas, el gobierno parece muy dispuesto a vender a Marruecos y entorpecer las relaciones, enfadando a Argelia, y arriesgando incluso nuestro propio suministro. De ser cierto sumaríamos otra oportunidad perdida.
Maria Burrel Badia