Mi hoguera de San Juan ha sido metafórica este año. No ha hecho falta encender una, porque la llama del expolio fiscal que soportamos la mayoría de los ciudadanos ya ha servido como un buen sustitutivo. Y es que para algunos el solsticio de verano significa la entrada al infierno. Las temperaturas disparan los termómetros, el calor se hace insoportable y, para colmo, el día 30 termina el plazo para confesarte con hacienda. Ahora toca sudar la gota gorda al comprobar que, este año, también, te sale a pagar. Y se esfuma tu ilusión de tener algo de dinero en la cuenta corriente antes del último día de plazo para pagar el impuesto y poder llevarte a la familia unos días de vacaciones. Pues este año, con los precios por las nubes, habrá que tirar una vez más del apartamento de los suegros o del socorrido remedio de poner rumbo al pueblo. Porque, aunque cada mes más de doscientos euros salen de tu nómina con destino a las arcas del Estado, y mientras te das cuenta de que no has hecho más que pagar tributos como el IVA, el IBI, el impuesto de circulación, el de los Hidrocarburos, el del CO2, este Gobierno voraz te reclama más y más.
Es como la canción Taxman, de los Beatles; “Hay uno para ti, 19 para mí porque soy el recaudador. Si conduces un coche, voy a gravar la calle, si tratas de sentarte, voy a gravar tu asiento, si te enfrías demasiado, voy a gravar el calor. Si das un paseo
voy a gravar tus pies. Y no trabajas para nadie más que para mí”.
Por mor de haber importado la socialdemocracia europea, este país es un infierno fiscal. Y mientras algunos canallas se ríen de quienes trabajamos la mitad del año para el Estado, aún se atreven a ponerse delante de los focos para recomendar creer en las políticas de esos políticos que justifican la necesidad de los impuestos para satisfacer las necesidades colectivas anunciando ufanos sus paquetes de medidas inútiles para “salir de la crisis”. ¿Cuántos anuncios van ya? ¿Alguien nota alguna mejora en su bolsillo?
Están esquilmando a la clase media para que se convierta en proletaria y desee vivir de las ayudas. Así se tendrá un gobierno tutelado y un voto cautivo con el dinero de las clases medias. Todo bien organizado. Y cuando todo el rebaño sea asalariado e integrado en el sistema, con partidos populistas a los que votar a cambio de pírricas subvenciones, seguirá paciendo tranquilo, en unos pastos asquerosos, sí, pero pasará otro año más y como lo han soportado, Taxman esperará sonriente el año que viene.
En Lleida tampoco sorteamos las garras de las políticas paternalistas e ineficientes que intentan imponernos unos pocos gobernantes en nombre de ese concepto al que llaman “justicia social”. Que suena bonito, pero ya no engañan a nadie. Con eslóganes que pretenden sonar amables pero que esconden retroceso, hambre y miseria. Porque sabemos que las llamadas “subidas de impuestos -a los ricos-” se traducen en un aumento de precio en el consumidor final, es decir, el vecino que hace lo imposible para mantener a su familia y a su negocio en pie. Los vecinos de esta ciudad no necesitan a un gobierno que les diga en qué gastar su dinero. De la izquierda, no se puede esperar nada bueno. Pero a Lleida le espera a un evento mucho más interesante que el solsticio del averno fiscal: el principio de las oportunidades. Sólo queda un año para poder cambiar el rumbo de esta ciudad. Ya hemos pagado la hipoteca de tener una ciudad vendida a los nacionalistas y populistas, a quienes están en contra de crear riqueza, y en un año podremos quitarnos esa losa de encima. Por fin caminaremos por las calles de una ciudad abierta al crecimiento, a la prosperidad, a la riqueza. Por fin celebraremos los nuevos proyectos porque se acabarán los “estoy trabajando a pérdidas”. Celebraremos la bajada de impuestos y tasas. Celebraremos poder pasear por la calle sin miedo, con seguridad. Celebraremos sentirnos a gusto en nuestro propio barrio. Nosotros los liberales proponemos dejar hacer, liberar a los individuos de las presiones políticas, de las tutelas y permitir que sean ellos el centro del crecimiento. Quiero para Lleida un cambio que permita devolver a esta ciudad la autonomía de ser la capital que todos los vecinos merecemos tener. Tenemos potencial, recursos, capacidad emprendedora y un gran capital humano, sólo hace falta dejar de quemar las flores en las hogueras y recuperar nuestra libertad.
Maria Burrel Badia
Portavoz de Cs Paeria Lleida y Diputada Provincial