Cada 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, declarado por la ONU en 1975. Una fecha que sirve para rememorar la lucha de las mujeres que, conocidas y anónimas, a lo largo de la historia han hecho tanto esfuerzo por conseguir la igualdad, reivindicando que hombres y mujeres tengamos los mismos derechos, oportunidades y libertades. Gracias a todas ellas, las mujeres hoy podemos votar, ir a una universidad pública, crear una empresa, abrir una cuenta bancaria, divorciarnos y tener plena autonomía para decidir sobre nuestras vidas.
Lamentablemente el feminismo ha dejado, en parte, de ser una causa por la igualdad para devenir en una bandera partidista que se usa con demasiada frecuencia para polarizar, para dividir, e incluso para tutelar a las mujeres mediante expresiones gramaticales al uso como “hermana” o “portavoza”. A aquellas mujeres que pretendan decirnos como tenemos que hablar o cómo debemos vestir, a aquellas mujeres que pretendan repartirnos carnés o expulsarnos de las manifestaciones, a aquellas que defienden una ideología sectaria con eslóganes trasnochados y a las que pretenden patrimonializar un feminismo con pedigrí de izquierdas les diré siempre que la reivindicación por la igualdad real y efectiva es imparable, y que un feminismo identitario o de genero nunca será una causa en sí misma, sino más bien una excusa contrapuesta al feminismo liberal. Porque el feminismo liberal parte de la mujer como individuo en igualdad de condiciones con el hombre, sin privilegios.
Por eso desde las instituciones, en los ayuntamientos, en las diputaciones, en los parlamentos las feministas liberales que nos dedicamos a la política hemos de seguir trabajando por derribar los obstáculos y las barreras estructurales que dificultan o impiden a la mujer su desarrollo personal y laboral en igualdad de condiciones. Desde Ciudadanos proponemos medidas concretas y específicas de mejora sustancial de los derechos de las mujeres, tanto a nivel material como legislativo y, en contraposición a los discursos identitarios baladíes, planteamos un debate político serio sobre los problemas reales de las mujeres como la conciliación laboral o la brecha que supone la maternidad y que sigue siendo hoy en día una losa para la igualdad real.
Son necesarias reformas legislativas de calado para que, en determinados ámbitos, como el laboral, se facilite el acceso y permanencia de la mujer en el mercado laboral y hay que seguir trabajando, impulsando iniciativas parlamentarias que apuesten por las mujeres, para que tengamos que dejar de elegir entre nuestra carrera profesional o la maternidad, porque la maternidad no puede ser nunca una barrera para la igualdad.
Las mujeres políticas seguiremos poniendo nuestro esfuerzo en conseguir que la igualdad de derecho se convierta en igualdad de hecho, seguiremos luchando por la conciliación laboral, por la corresponsabilidad real entre hombres y mujeres en el ámbito familiar, por la efectiva y plena igualdad salarial, por una cultura igualitaria y por unas relaciones sentimentales basadas en el respeto.
Pero seamos sensatos. Seguimos teniendo un problema de liderazgo y son necesarios más referentes femeninos de distintas ideologías en puestos de responsabilidad. Mujeres que gobiernen ciudades, que formen parte de los ejecutivos, que ganen elecciones, que sean las cabezas visibles de movimientos y partidos.
En Lleida tenemos buena muestra de lo expuesto porque el único partido liderado por una mujer y el único partido que concurrió a la alcaldía de la ciudad con una mujer cabeza de lista fue Ciudadanos. El resto de los partidos están y siguen siendo liderados por hombres y por ello nunca hemos tenido en nuestra ciudad una mujer alcaldesa.
Deberían reflexionar aquellos que pretenden darnos lecciones de feminismo, aquellos partidos que hacen política para mujeres, pero sin mujeres, aquellos partidos que agitan las banderas de un pseudofeminismo identitario excluyente y de postureo cuando, en definitiva, son incapaces de confiar su propio liderazgo a una mujer.