Maria Burrel

 

Arranca el 2022. Este no será un año más, no puede serlo, porque no podemos seguir perdiendo oportunidades como las que se están dejando pasar en nuestra ciudad, en nuestra provincia, en nuestra comunidad autónoma, por falta de visión de futuro. Un futuro que pasa, sin duda, por la integración y no por la segregación. Un futuro que pasa por acuerdos y consenso, por la sana ambición de que este año ha de ser clave para la recuperación, en todos los sentidos. Y sé que es difícil con los gobiernos que tenemos en las instituciones de Cataluña. Gobiernos nacionalistas que solo miran al pasado, con un solo objetivo kamikaze y absurdo. Unos gobiernos con políticos a los que les ocupa y preocupa poco el futuro de Lleida. Y así lo están demostrando con los presupuestos municipales. Unos presupuestos que no han conseguido aprobar por la minoría en la que (des)gobiernan mientras rechazan de plano las enmiendas que proponemos desde la oposición.

Bien es cierto que los presupuestos representan la principal herramienta con que la acción de los gobiernos incide de una manera directa en la actividad productiva y en la provisión por parte de la administración de los servicios que se ofrecen al ciudadano, pues se concretan los programas políticos en el uso y la gestión de recursos públicos. Y el caso de Lleida no es una excepción. De hecho, el gobierno de coalición en nuestra capital ha demostrado lo complicado que puede llegar a ser la elaboración y la aprobación de los presupuestos municipales – máxime, como es el caso, donde los partidos que gobiernan lo hacen en minoría–, partidos para los que la utilidad es relegada y sustituida por el postureo. “Hago ver que me muevo mucho, pero, en realidad, todo sigue igual, incluso peor que hace dos años cuando ocuparon su sillón”. Te interesará saber que las propuestas de Ciudadanos –rechazadas, claro– resultaban útiles para conseguir unos presupuestos para Lleida más sociales, más cercanos a las necesidades de la gente, más reales, y con las inversiones imprescindibles para garantizar el futuro de la ciudad. Sin embargo, el bipartito no tiene en cuenta los grandes problemas de Lleida y tampoco dan solución a ninguno de los temas importantes de la ciudad que llevan enquistados años. Los presupuestos del bipartito no son los que Lleida necesita en una época de crisis económica como en la que estamos, intensificada por la pandemia que vivimos. Los vecinos se merecen unos presupuestos que miren al futuro de la ciudad, que tengan claro qué ciudad queremos en el futuro, y el gobierno de Paeria lo que está demostrando es que está perdido, desmotivado, sin ideas, sin ilusión y con pocas ganas de trabajar. Para colmo de males, las enmiendas de Ciudadanos fueron tildadas de partidistas. Ya me explicarán que “partidismo” hay en reducir el presupuesto en estudios y trabajos técnicos, en reducir los gastos superfluos y apostar por la buena administración de los recursos para que Lleida crezca económicamente y, sobre todo, para atender aquellos ámbitos que son imprescindibles, prioritarios y urgentes: más seguridad, más limpieza, mejor iluminación, promoción económica, más inversión en cultura y patrimonio. Y así hasta 68 enmiendas.

Lleida ha de ser una ciudad más sana, más limpia, más segura, más abierta, más eficiente y más justa. Porque necesitamos una ciudad cohesionada, no dividida, más próspera y con un futuro mejor. Y mientras la minoría del gobierno rehúye del progreso, que es un valor universal, enfrenta a los vecinos, abandona a los barrios, y marea la perdiz, en Ciudadanos trabajamos porque estamos convencidos que otra forma de hacer política es posible. Y lo demostramos en aquellas ciudades y provincias donde gobernamos, donde se bajan impuestos, donde se blinda la protección social y donde se apuesta decididamente por atraer inversión apoyando a los reales generadores de riqueza, que son los emprendedores, las empresas y los inversores. Este es el sello, el sello indiscutible de las políticas liberales que, lamentablemente el gobierno de Paeria califica de partidistas. Nos parece un error que, a partir de argumentos meramente ideológicos, se hayan rechazado unas enmiendas sin siquiera leerlas. Pero de aquellos polvos, estos lodos, como dice el refrán, y en estas estamos: a 12 de enero, sin presupuestos y con un alcalde interino. Este mes será largo y farragoso, como la cuesta de enero, pero será decisivo para aclarar hacia dónde quiere ir Lleida. Nada está escrito.