Maria Burrel – Diputada Provincial

 

Fue el último domingo del mes de octubre de 1986 cuando se instauró la celebración del día de la Seu Vella. Aquel domingo se trasladaron e inhumaron los restos del rey Alfonso el Benigno a la Seu Vella y desde entonces y hasta hoy, cada año los leridanos celebramos este día que, gracias al impulso perseverante de la asociación Amics de la Seu Vella, es un día de celebración abierto a todos los ciudadanos, y también de conmemoración del estudio, recuperación y difusión de la vieja catedral, de su campanario y de todo el conjunto del turó. Un conjunto monumental que es sin duda el emblema del paisaje leridano. Y no podemos pensar en la Seu Vella sin considerar la totalidad de la colina en la que se eleva este magnífico testimonio histórico de la capacidad humana para crear belleza. La silueta de su campanario, el conjunto catedralicio y los baluartes de las murallas se observan desde todos los puntos de acceso a la ciudad y cualquier panorámica desde las entradas a la ciudad proyectan la imagen de Lleida: una ciudad monumental. Los tiempos pasados nos ha legado esta imagen que explica los orígenes y la historia de la ciudad y, en gran medida, gracias a nuestro Castell, los leridanos –como afirmara Magí Morera- somos lo que somos.

Sin embargo, la Seu Vella y el conjunto del turó son aún hoy insuficientemente conocidos y reconocidos, y la tarea de continuar impulsando la recuperación total de nuestro principal y entrañable monumento y el entorno es hoy más necesaria que nunca. Porque de poco sirve que el Turó de la Seu Vella haya sido el ganador de la Batalla Monumental de TV3 si las instituciones locales, provinciales, autonómicas y estatales no se acuerdan de este conjunto cada vez que se elaboran presupuestos. No olvidaré cómo a todos los leridanos se nos encogió el alma cuando este mismo año se produjo el desprendimiento de un tramo de la muralla, entre los baluartes de Louvigny y de la Reina. No es el primer desprendimiento que se produce y este nuevo suceso no ha hecho más que aflorar un problema ya endémico. Hace demasiado tiempo que no se interviene en las murallas y es urgente su restauración. Y resulta insólito que el conjunto monumental, el monumento favorito de los catalanes, sea el eterno aspirante a Patrimonio de la Humanidad. Y resulta también insólito que las instituciones leridanas y catalanas, y los representantes políticos que las lideran, no actúen de forma seria y contundente en favor de este conjunto monumental y único.

Sin ir más lejos, esta pasada semana se ha presentado el borrador de los Presupuestos Generales del Estado (PGE). Los representantes de Lleida en el Congreso de los Diputados ¿han hecho alguna sola enmienda para conseguir fondos para las necesarias obras de restauración de las murallas? No me consta. Por eso, desde nuestra formación política, y aún sin representación de Lleida en el congreso, hemos solicitado que se incluya de forma expresa una partida presupuestaria de 1,5 millones de euros para la restauración integral de las murallas y del conjunto monumental en la enmienda a la totalidad a los PGE que Ciudadanos ha registrado. Me produce alipori que los representantes de los partidos políticos de Lleida que sí tienen su escaño en el Congreso de los Diputados sigan adocenados y calentando sillón legislatura tras legislatura mientras el patrimonio de nuestra ciudad se desintegra a pedazos. Convendría exigir a nuestros representantes públicos un poco más de rigor y seriedad en su trabajo porque mientras condicionan su apoyo a los PGE para ver las series de Netflix en catalán, el patrimonio de nuestra ciudad languidece y la candidatura del Turo de la Seu Vella a patrimonio mundial de la UNESCO no avanza. Y pasa el tiempo y ni el gobierno municipal ni la Generalitat parecen proclives, implicados y comprometidos con firmeza en la defensa de un proyecto que es universal. Un proyecto que lleva ya demasiado tiempo esperando. Mientras tanto, como cada año, el último domingo del mes de octubre los leridanos seguiremos celebrando el Día de la Seu Vella para que nunca tengamos que lamentar que, por desconocimiento, por desilusión o por inconformismo, tenemos lo que tenemos como está.