Padres, hijos, abuelos y hermanos se encuentran en el aeropuerto de Bruselas. Paralelamente, centenares de personas cogen un metro en el barrio de Maelbeek de la misma ciudad. En cuestión de minutos, la vida de estas personas y de sus familiares se ve truncada por dos golpes terroristas. Dos de los yihadistas se inmolan y los otros dos logran huir, dejando 31 muertos e innumerables heridos a sus espaldas.
Tras la noticia, una persona me pregunta ¿qué pinta un psicólogo ahí? No somos los magos del siglo XXI, pero en estos casos los psicólogos se desplazan al lugar de la catástrofe y dan apoyo a las víctimas y a los familiares de éstas. Hacemos un acompañamiento psicosocial para ayudar a superar una situación estresante y traumática, como la que se acaba de vivir.
Para las víctimas es muy doloroso tener que revivir el momento. Pero, ¿y las familias? Deben acudir al lugar y, si sus allegados han fallecido, deben reconocer el cuerpo y repatriarlos, si es necesario. Y ahí está un psicólogo acompañándoles.
Quiero rendir mi pequeño homenaje a esos grandes héroes que, día a día, se desplazan dónde sea necesario para velar por el bienestar de cualquier ciudadano que lo requiera. ¡Gracias!
Artículo de opinión de Cristina Daza (Contra de La Mañana 28-3-16)