Esta pasada semana los grupos municipales de CiU, ERC-Avancem y la Crida-CUP han protagonizado una más que penosa escenificación de escándalo, indignación y asombro acerca del posible cambio del reglamento de usos lingüísticos del Ayuntamiento de Lleida. Y digo que ha sido más que penosa, porque se han ido a hacer la fotografía mediática de turno debajo de una señal de tráfico, que está en catalán y castellano, en la zona del Barris Nord. Para hacer más patente su enojo, llevaban a su vez un gracioso cartel donde textualmente decía «A Lleida en català. La retolació pública de tota mena s’ha de redactar únicament en català. Reglament de la Llengua Catalana de la Paeria. Art. 14» Penoso. Y por varios motivos.
El primero, porque parece ser que no se dieron cuenta de que estaban apelando al articulado del anterior reglamento, que no es vigente desde 2014, fecha en la que se cambió con la aquiescencia de oh, sorpresa, el grupo municipal de CiU, que no debe acordarse de lo que hizo durante el anterior mandato. Sin duda, debe ser por el brutal volumen de trabajo llevado a cabo desde la oposición. La nueva ley estatal de Tráfico, Circulación de Vehículos y Seguridad Viaria contempla que todas las señalizaciones viarias deben estén rotuladas al menos, en castellano, y por ello se están cambiando.
El segundo, porque por fin dos de estos partidos se han sacado la careta y han dejado al descubierto su verdadera cara, intolerante y despectiva para la población catalana castellano parlante. Y es que las declaraciones y denuncias que han realizado estos grupos son una clara muestra de sus intenciones: monolingüismo absoluto en catalán, desprecio a la lengua materna de, al menos, la mitad de la población de nuestra ciudad, otorgarnos a los que la usamos habitualmente el estatus de ciudadanos de segunda categoría y residualizarnos en todo lo posible.
Montar semejante aquelarre porque una, dos, diez señales de tráfico tengan rotulación bilingüe demuestra que totalitarismo impregna su ideología. Nulo respeto a la cooficialidad de lenguas y desprecio total por las leyes y la normativa vigente, además de por las numerosas sentencias que vapulean ese fin monolítico de sociedad monolingüe, uniforme y servil a sus preceptos.
En el caso de la Crida-CUP, lo cierto es que son los únicos que no han engañado a nadie. Está claro que si alguna vez instauran su modelo de sociedad a los disidentes nos llevarán a campos de reeducación donde eliminar de una vez estas molestas peculiaridades lingüísticas y libertarias que llevamos algunos dentro.
De Convergencia y su ex-socio dependiendo de las circunstancias, Unió, poco se puede decir alguna cosa que no supiéramos. Años con la careta de la gobernabilidad apoyando a gobiernos del PP o del PSOE mientras a la chita callando llevaban a cabo su plan para adoctrinar generaciones en el odio a lo español gracias al control de la educación y de los medios de comunicación. La máscara de socio fiable para el progreso y la gobernabilidad de España, y sobre todo, la careta de la moderación, también han caído.
Pero la careta más penosa, aunque paradójicamente la más divertida a la vez, es la de ERC. Ese curioso invento que se sacaron de la manga, Súmate, para convencer de las bondades de la separación de España a los catalanes castellanohablantes, con esos candidatos que nos han proporcionado tardes de gloria y momentos de riqueza intelectual en los debates electorales que pasarán a los anales de la crónica política.
ERC ya ha demostrado que odia el bilingüismo. No quiere ver ni un solo rótulo en castellano en las calles de Lleida. Va a ser tremendamente divertido ver cómo explican su fobia a la lengua de uso habitual de los señores Rufián y Reyes. Y también será terriblemente esclarecedor ver a estos tres partidos desembarcar en las próximas elecciones en barrios donde el voto de ciudadanos castellanohablantes es muy importante. No duden que entonces volverán a ponerse las caretas de la amabilidad, la moderación y, seguramente, la de la no beligerancia contra la presencia del castellano en la Administración municipal. No hay que engañarse. El único partido que desea una administración bilingüe es Ciutadans. Y seguiremos trabajando para conseguirlo.
Ángeles Ribes, portavoz del grupo municipal de C’s Lleida
Artículo publicado en La Mañana (29-2-2016)