En el último pleno de Paeria debatimos los presupuestos para el 2023. Unos presupuestos continuistas, de contención, irreales. Unos presupuestos inflados, que incluyen la totalidad de los ingresos de los proyectos Next Generation a los que el gobierno de Paeria ha decidido postularse, sin tener en cuenta si serán finalmente concedidos o no. Un presupuesto que no es más que el reflejo de la política municipal que ha llevado a la ciudad a la situación de decadencia en la que se encuentra y que se hace visible en todos y cada uno de los barrios de Lleida. La realidad es que se gasta mucho en mantener la máquina de propaganda del gobierno, se gasta demasiado en estudios e informes externos, se destina demasiado dinero público a mantener a una corte de enchufados.

Mientras, la ciudad requiere de apuestas valientes y ambiciosas en áreas como la limpieza, la seguridad, el comercio y la restauración, el turismo, la atención social y comunitaria. Vaya por delante que desde nuestra formación liberal presentamos propuestas propositivas durante todo el año, buenas para el tejido social y económico de la ciudad, para los barrios, pero parece que este gobierno solamente quiere la foto con las izquierdas, olvidando que los votantes de centro y de derechas también están representados en el consistorio. Su “gobernanza republicana” es excluyente e intransigente. Son incapaces de promover acuerdos con todos los grupos del consistorio, lo cual es descorazonador en un año en el que es de suma importancia que los presupuestos sean para todos los leridanos. Sinceramente, con un presupuesto de algo más de 220 millones de euros, nos preguntamos, ¿qué hay de bueno y de nuevo para Lleida? Nada.

De momento, tenemos toda Lleida patas arriba, no hay calle, avenida ni acera que se encuentre libre de vallas de obra. Todo a la vez. Empiezan numerosas obras con un absoluto déficit de información para la ciudadanía; con déficit de alternativas para los vecinos, comerciante, restauradores y transportistas que ya están padeciendo las consecuencias de eliminar zonas de aparcamiento o de carga y descarga en las avenidas y calles más céntricas de la ciudad. Y todo ello sin una alternativa planificada. Que me expliquen cómo pretenden ingresar medio millón de euros más en impuestos con la zona azul reducida y las tasas congeladas.

Que me expliquen qué ofrecen estos presupuestos para las familias, para los jóvenes, para los sufridos emprendedores leridanos, los comerciantes y los hosteleros, para el tejido productivo de la ciudad. Y para el sector del turismo, o para el mantenimiento y mejora de nuestros barrios. Nada innovador, ningún incremento en el gasto destinado a todo ello. Encefalograma plano. Continuismo y contención. Nosotros no creemos en su presupuesto y no lo apoyamos. La ciudadanía de Lleida tampoco y, al final, ante quien hay que rendir cuentas de la gestión es ante los leridanos que con sus impuestos pagan las consecuencias de tener a unos gestores políticos más preocupados por llegar al mes de mayo que por pensar en las necesidades reales de la ciudad.

Sé que el lector comparte estas reflexiones y, más allá de ideología, les pido el apoyo para cambiar una forma de gobernar que nos conduce al precipicio. Quizás esta es la última oportunidad que le queda a esta ciudad, una ciudad de la que huyen nuestros jóvenes por falta de oportunidades. Nosotros tenemos un plan mejor: vamos a quedarnos para cambiar el gobierno, para bajar impuestos y tasas, para cerrar chiringuitos y reducir gastos superfluos y para gestionar los recursos que llegarán a los barrios, a los vecinos, a las personas. Eso solo puede hacerse con un compromiso serio, real y formal con Lleida. Nosotros tenemos ese compromiso y seguiremos apostando por el cambio que Lleida necesita.