En el pasado pleno municipal del mes de febrero, la concejal de ERC, Núria Marín me calificó como “la del mocho”. Pretendía ser irónica o graciosa o vayan uds. a saber, pero la cuestión es que utilizó de forma peyorativa la definición para denostar nuestra acción municipal, impregnando su intervención de un menosprecio muy grosero no hacia mi persona, sino a un colectivo muy concreto: El de las mujeres que prestan servicios de limpieza.
Y es un colectivo claramente femenino y tremendamente minusvalorado pero que es esencial para el buen funcionamiento de nuestra sociedad. Un colectivo que realiza su trabajo de forma silenciosa, muchas veces ignorada y al que solamente se presta atención cuando falla por algún motivo. Un colectivo que aún tiene mucho camino por recorrer en el reconocimiento de las enfermedades laborales. Yo tengo un enorme aprecio a estas mujeres. Horarios difíciles, un trabajo desagradecido, poco o ningún reconocimiento. Sin ellas, ni hospitales, ni centros públicos, ni colegios, ni la ciudad podrían funcionar. Imagínenselo. Sin ellas, difícilmente podríamos hacer nuestros trabajos.
Así que sí: les debemos mucho, y sobre todo les debemos respeto y consideración. Hoy, en el día de la mujer, mi artículo va dedicado a Pilar, Rogelia, Montse, Fátima… Mujeres trabajadoras, mujeres esforzadas, mujeres que siempre tienen una sonrisa en la boca. Va por ellas: por las mujeres de los servicios de limpieza, por las del mocho.