Como estudiantes poco aplicados, los partidos deberán someterse el próximo 26 de junio a una reválida de sus postulados. Desde las pasadas elecciones de diciembre, se ha puesto de manifiesto la incapacidad de los mismos de generar mayorías suficientes para gobernar, así como la nula disposición a llegar a acuerdos que hicieran posible la conformación de un gobierno estable.
Ciudadanos ha hecho todo lo que estaba en su mano para sentar a Partido Popular y Partido Socialista en una mesa de negociación. Convencidos de que era posible encontrar puntos en común que facilitaran el camino para poder formar gobierno y comenzar el imprescindible proceso de reformas que necesita España, iniciamos conversaciones con ambos partidos.
Pronto se hizo palpable que los personalísmos y las posturas enrocadas en el Partido Popular se iban a convertir en escollos insalvables. Acosado y desprestigiado por innumerables casos de corrupción, incapaces de entonar un «mea culpa» y de actuar con firmeza para limpiar sus filas, los populares, de la mano de Mariano Rajoy, decidieron que no iban a presentar candidato a la investidura, esperando alguna maniobra inusitada del Jefe del Estado que les salvara la situación.
Mientras tanto, en Ciudadanos decidímos que era mejor formar un equipo negociador que trabajara con homólogos en los otros partidos y así, huir de posturas mesiánicas por parte de líderes, en exceso, arrogantes.
Fruto de largas reuniones, surgió un acuerdo de doscientos puntos que contenía los imprescindibles asuntos a reformar en nuestros sistema, y que fue suscrito por el Partido Socialista.
Lo sucedido después revela la nula disposición del resto de fuerzas parlamentarias para la búsqueda de consensos y, en algunos casos, de diálogo. Cuando dos o más se sientan a negociar, se deben buscar los puntos en común, aparcar las diferencias irreconciliables y ser conscientes de que necesariamente habrá que ceder en algunas cuestiones. Pretender la aceptación de todos tus postulados es una ingenuidad, en el mejor de los casos y una necedad en el peor, llevando irremediablemente a la ruptura de lo que empieza como una negociación y acaba como un monólogo.
Y así hemos llegado a la legislatura más breve de la joven democracia española. Apenas unos meses en los que sí, se han llevado a cabo los trabajos parlamentarios que cabía esperar, con registros de propuestas no de ley y con iniciativas interesantes en las comisiones, pero que lamentablemente caducarán y que habrán de hacerse de nuevo en la próxima legislatura. Varios meses de juego, no siempre limpio, para volver a la casilla de partida, con la poco deseable consecuencia de más pérdida de prestigio de la clase política entre una ciudadanía que vota a sus representantes para que les resuelvan los problemas, no para que se los creen.
Durante este tiempo, Ciudadanos ha sido el único partido que ha puesto los intereses de la nación por encima de los intereses de partido. Ha demostrado en el Congreso de los Diputados que, al igual que demostramos en Paeria, se pueden llegar a acuerdos con fuerzas ideológicamente muy distintas en la búsqueda del bien común. Ciudadanos ha entendido que el escenario de fragmentación de voto, en el cual ningún partido obtendrá mayorías de gobierno, obliga y obligará en el futuro cercano a más negociación, más diálogo y más sacrificios. Ciudadanos, en definitiva, ha demostrado que le sobra lo que a otros les ha faltado: sentido de estado.
Ángeles Ribes, portavoz de C’s Lleida
La Mañana (9.5.16)