Hoy se van a llenar las páginas de los diarios y los minutos de los noticiarios con una abrumadora avalancha de datos en los que se dará cumplida cuenta de lo lejos que estamos las mujeres de alcanzar las deseadas cuotas de igualdad en lo laboral, lo social o lo familiar. Se harán sesudos análisis de las causas, se fijarán objetivos alcanzables, algunos utópicos, se harán alegatos más o menos razonados y, en fin, nos impregnaremos todos de buenísimo, de indignación contenida, de propósitos de futuro, etc.

Así pues, voy a permitirme ahorrarles más de lo mismo y en el Día Internacional de la Mujer Trabajadora les hablaré de los hombres que al menos en mi caso, han estado dónde y cuándo se les necesitaba para que yo hoy sea quien soy.

Y es que tuve un padre convencido de que podía y debía aspirar a lo que quisiera, y que me inculcó grandes valores, dedicándose además a alimentar una voraz curiosidad, por prácticamente, todo. Y es que he tenido y tengo amigos que jamás se han cuestionado si mi sexo era una razón para que mis decisiones en la vida fueran mejores o peores. Y es que he tenido y tengo compañeros de partido a los cuales no les ha hecho falta una cuota de paridad para elegirme como la mejor representante posible en las diferentes contiendas electorales. Y es que tengo un compañero de vida que ha sacrificado mucho más de lo razonable para que yo haya llegado a estar donde estoy y pueda dedicar lo que haga falta en el desempeño de mis funciones.

Así que hoy, además de a las mujeres, deseo homenajear a los hombres que sí aman a las mujeres.

 Ángeles Ribes, portavoz del grupo municipal de C’s

Artículo de opinión publicado en Segre y La Mañana para conmemorar el Día de la Mujer (8-3-16)